Me gustaría dedicar un espacio para señalar algunos puntos importantes que muchas de ustedes describen con frecuencia en la crianza de sus hijos, y que se encuentran en el centro de muchos de los problemas que enfrentan a diario. Entre los correos que he recibido, me gustaría compartir el siguiente para ilustrar estas ideas:
Mi hijo tiene 4 años y hace berrinche por todo: para comer, para jugar, para todo. Tengo una hija de 1 año y ½ y él le pega o le hace travesuras que han podido lastimarla; yo le pregunto que por qué lo hizo y me contesta que porque no lo debe hacer… él sabe perfecto lo que no debe de hacer, pero aun así lo hace. Ya intentamos con castigos, con regaños, con nalgadas, y no ha funcionado.
La verdad me siento frustrada y a veces soy muy violenta cuando me desespero. Lo llevé con una pedagoga – me dijo que necesita límites, pero la verdad no sé cómo hacerlo: a veces soy muy permisiva y a veces muy estricta…
Me gustaría que me diera algunos consejos de cómo debo conducirlo, porque los berrinches que él hace, la niña comienza a repetirlos.
Por su atención muchas, muchas gracias.
Con frecuencia cometemos el error de preguntarle a los niños por qué hacen algo; y es un error porque el niño no puede contestar. A veces, porque no lo sabe; otras, porque si da la respuesta, sabe que recibirá un castigo… De manera que, si te es posible, evita hacer este tipo de preguntas.
Una mejor alternativa sería señalar al niño directamente, que lo que ha hecho es incorrecto; y que él lo sabe. Un ejemplo de cómo se puede hacer esto sería el siguiente:
“Cuando tú golpeas a tu hermanita, yo me siento preocupada; por un lado, tú sabes que la puedes lastimar y por el otro, ella es mucho más pequeña que tú y no se puede defender. A mí no me gusta regañarte o castigarte y quisiera que juntos encontráramos la forma de que esta situación mejore. ¿Qué podríamos hacer?”
Esta forma de hablar, propuesta en el Movimiento Prohibido Castigar, tiene varias características que vale la pena destacar:
- Utilizas un tono de voz normal – con lo cual invitas al diálogo y muestras que tú estás en control – de ti misma y de la situación
- Describes tus sentimientos (“yo me siento preocupada”)
- Frente a una acción concreta, específica y fácilmente descriptible (“cuando tú golpeas a tu hermanita…”)
- E invitas a buscar una solución concreta y conjunta (“¿Qué podríamos hacer para que esta situación mejore?”)
Podemos ver también que
- Se habla en positivo
- Evitando generalizaciones y acusaciones
- Se centra en el aquí y el ahora – en el ejemplo concreto del momento
El segundo error tiene todo que ver con el objetivo del Movimiento Prohibido Castigar: “Ya intentamos con castigos, con regaños, con nalgadas, y no ha funcionado”.
Como hemos visto a lo largo de diversos artículos, existen muy diversas razones por las que castigar no funciona.
Y un tercer tipo de error – muy común y dañino: la falta de consistencia: “a veces soy muy permisiva y a veces muy estricta…” Lo que sucede cuando no eres consistente, es que el niño se confunde, el mundo se vuelve impredecible; una de las actitudes que más seguridad da a un niño – y a la gente de cualquier edad – es cuando el mundo es predecible: cuando sabemos qué podemos esperar ante las diversas situaciones.
Te invito a ver este vídeo de Kushi, mi perrita; en él podrás ver un poco de lo que puedes lograr si actúas de manera consistente al disciplinar. Observa el grado de atención que Kushi presta, cuán concentrada se le ve. Ella nunca ha sido castigada y, por supuesto, ¡jamás ha sido golpeada!
Y lo que mucha gente considera un error, para mí es el acierto más importante de este correo que recibí: cuando dices “pero la verdad no sé cómo hacerlo” estás dando uno de los pasos más importantes para poder encontrar una solución.
