El término “padres helicóptero” puede sonarte raro o nuevo, pero no es nada nuevo; se utilizó por primera vez en 1969 por el Dr. Haim Ginott, al hablar de un adolescente que se quejaba: “mi mamá está rondando sobre mí como un helicóptero…”
Pues bien; en los últimos años, este concepto ha cobrado fuerza.
Se refiere a los padres que se centran en sus hijos de una forma excesiva; “sobrevuelan” todo el tiempo sobre ellos, cuidándolos, protegiéndolos y queriendo evitarles problemas y dolores. Asumen demasiada responsabilidad por sus éxitos y fracasos; podríamos llamarlo un estilo “sobre-parental:” sobre-controlador, sobre-protector y sobre-perfeccionista.
Claramente, se trata de un término peyorativo, pero es importante comprender que una actitud como esta surge de un intento genuino de los padres de apoyar a sus hijos. Y que tiene lugar en un momento en que los padres están recibiendo una gran cantidad de información, la cual muchas veces causa confusión e incide en los miedos naturales de los padres, incrementados por las presiones sociales para formar personas exitosas y productivas.
Si bien todos queremos lo mejor para nuestros hijos, el resultado es un intento distorsionado, obsesivo, de controlar, manejar, supervisar y programar todas las actividades de la vida de los hijos. Estos padres muestran una enorme dificultad en soltar el control, dar libertad a los hijos o dejar espacio para algunas dudas acerca de… ¡cualquier tema! Para ellos, todo debe ser claro, comprensible y predecible.
Los hijos, por su parte, sienten que sus padres “se ciernen sobre ellos,” “los rondan” o “sobrevuelan” como hace un helicóptero. También se les ha llamado “híperpadres,” “padres bulldózer,” “madres educadoras” o “padres arrasadores.”
Existen diversas razones para que los padres “sobrevuelen” a sus hijos; veamos algunas.
El exceso de información:
En la actualidad, los padres se ven bombardeados de una gran cantidad de información, mucha de ella contradictoria, a través de los diversos medios – radio, TV, Internet. Esto incide en los temores naturales de los padres, incrementando la presión para “ser buenos padres” y hacer lo correcto. La reacción natural: aumentar el control sobre la vida de los hijos, para asegurarse de hacer lo correcto.
El deseo de evitarles dolor a los hijos:
Muchas veces, los padres consideran que, si ellos se involucran, pueden evitarles a sus hijos un dolor, por ejemplo, por obtener bajas calificaciones, no lograr entrar al equipo de fútbol o no conseguir un trabajo deseado.
La ansiedad:
Las preocupaciones económicas y laborales frente a un mundo cada vez más competitivo, pueden llevar a los padres a ejercer un mayor control sobre la vida de sus hijos, con la creencia de que así les pueden evitar que se sientan lastimados o decepcionados.
Los deseos de compensar:
Muchos padres desean dar a sus hijos lo que ellos no tuvieron de pequeños – el resultado suele ser el exceso de atención y control sobre la vida de los hijos.
La presión social:
Muchos experimentan sentimientos de culpa cuando no se involucran en la vida de los hijos, como si no fueran padres suficientemente buenos – especialmente si se comparan con padres helicóptero…
El temor al fracaso académico:
Al analizar este tema, no podemos dejar de lado la perspectiva cultural. Esta problemática es particularmente frecuente en los Estados Unidos e Inglaterra, en familias de nivel socioeconómico medio y medio alto. Y se manifiesta, sobre todo, al momento de elegir instituciones educativas; en este sentido, los padres helicóptero consideran que deben supervisar el desarrollo académico de sus hijos, ya que están protegiendo su inversión.
En estas culturas, es frecuente que los jóvenes en edad universitaria deseen independencia; muchos de ellos eligen universidades en ciudades retiradas de la casa paterna; y los padres no sólo apoyan sino que fomentan esta práctica. Los padres helicóptero, muchos de ellos pertenecientes a la generación denominada baby-boomer, se hacen responsables de despertar a sus hijos para ir a clases cada mañana o acuden a los planteles para elegir los maestros de sus hijos, asegurares de que estén cumpliendo o quejarse con los profesores por las calificaciones que les han otorgado.
Me parece importante señalarlo porque, en México y otros países latinoamericanos, esta práctica es muy común; tradicionalmente, nuestros jóvenes residen en el hogar parental por un período mucho más largo que los jóvenes de otras culturas. No es raro que los padres se involucren en la elección de carrera, universidad, horarios y materias que sus hijos van a cursar. Si acaso, se ha empezado a notar una tendencia en la otra dirección, es decir, hacia una mayor independencia.
Pero, en todo caso, muchas de las tendencias que observamos en nuestra cultura y a nivel mundial, suelen ser reacciones ante hábitos difundidos que, en un momento dado, dejan de ser considerados como deseables.
Uno de los factores que se cree ha influido mucho en este fenómeno es el incremento en el uso del teléfono celular. El profesor Richard Mullendore, de la Universidad de Georgia le llama “el cordón umbilical más largo del mundo.” Y son muchos los jóvenes que se quejan de la supervisión constante de la que son objeto por la presencia de estos aparatos.
Los padres, por su parte, se quejan de que los hijos no los usan con la suficiente frecuencia para comunicarse con ellos… y con exceso para comunicarse con los demás.
Sea cual sea la razón, es claro que este fenómeno pone de manifiesto una de las grandes tragedias de nuestra época: los medios de comunicación son cada vez más eficaces, pero la gente está cada vez más conectada y menos comunicada.
Al hablar de los padres helicóptero, los especialistas mencionan que suelen estar físicamente “híperpresentes” pero psicológicamente ausentes. Es una presencia excesiva, pero es también un tipo de presencia equivocada, que los hijos muchas veces perciben como ausencia, como si a los padres no les preocupara qué está sucediendo con ellos, sino alrededor de ellos.
Los padres involucrados en la crianza de sus hijos producen muchos beneficios para los niños, como aumentar los sentimientos de amor y aceptación, la construcción de la confianza en sí mismos, el brindar muchas oportunidades para crecer y darles la seguridad de tener a alguien en quien confiar, que les proporcione apoyo y orientación. Pero cuando “estar involucrado” se confunde con la necesidad de controlar toda la vida del chico, nos convertimos en padres y madres helicóptero.
Este tipo de actitud por parte de los padres produce muchos resultados indeseables, tanto en los hijos como en los padres mismos:
˚ Los chicos crecen como “envueltos en una burbuja” que les impide experimentar ningún tipo de incertidumbre y los incapacita para afrontar ningún riesgo
˚ Disminución de la confianza y la autoestima. Cuando los padres hacen todo por los hijos, el mensaje que éstos reciben es “tú no puedes hacerlo” y, cuando los hijos sienten que los padres no confían en ellos, su autoestima disminuye.
˚ Baja tolerancia a la frustración. Cuando los padres organizan todo en la vida de los hijos para garantizar que siempre tengan éxito, impiden que los chicos aprendan a enfrentar el fracaso, dando como resultado una baja tolerancia la frustración.
˚ Dependencia y poco desarrollo de las habilidades cotidianas. Si los padres siempre les amarran los zapatos, lavan los platos, preparan el lunch, lavan la ropa y monitorean el progreso escolar, aun cuando los hijos ya tienen edad para ocuparse de estos asuntos y apoyar en las labores domésticas, impiden que los hijos aprendan a valerse por sí mismos.
˚ Algunos estudios han demostrado que los hijos helicóptero suelen ser más neuróticos y menos abiertos a nuevas ideas. Se sienten más vulnerables, temerosos y actúan de forma menos espontánea.
˚ Tanto los padres como los hijos experimentan mucha decepción. Entre más intentan controlar los padres, más distancia habrá entre sus demandas y los logros de los chicos. Entonces, se vuelven más demandantes. Como ningún chico puede cumplir con expectativas tan elevadas, los hijos experimentan mucha frustración por no cumplir con las expectativas de los padres.
˚ Las madres helicóptero pagan un precio muy alto por hacer todo – el agotamiento y la frustración del final de cada día.
De manera que: no seas un helicóptero!
Si después de leer esto sientes que puedes estar cayendo en este hábito, recuerda que:
- Algún día, tu hijo tendrá que valerse por sí mismo
- Tu labor es prepararlo para ese futuro
- Los niños maduran si se les permite ir haciendo las cosas por su cuenta, poco a poco y de acuerdo a su edad
- Aprenden más de sus fracasos que de sus éxitos
- Si tú les resuelves todo, ellos no aprenderán a hacer frente a los retos por su propia cuenta