Cuando pensamos en Navidad, lo primero que se nos ocurre es alegría, familia, dar y recibir, colores, adornos, paz en la tierra, buena voluntad… Pero cada año, cuando la Navidad se acerca, enfrentamos otra realidad muy diferente: gastos, compromisos, presiones y, muchas veces, soledad.
Para muchos de nosotros resulta sorprendente enterarnos de que la época de Navidad, es la época del año en que se registran más casos de depresión ¡en todo el mundo! Y existen diversas razones para ello.
Por un lado, se ha visto que la falta de luz solar empeora los síntomas de depresión, por lo que en los países donde la Navidad coincide con la temporada de invierno, existen más casos de depresión en la época de Navidad porque es la época de invierno, no porque es la temporada de Navidad.
Por otro lado, como “todo mundo espera” que la pases bien en Navidad, existe una presión social e individual para pasarla bien en Navidad. Y si tú no la estás pasando bien, comienzas a pensar que tú estás mal… con lo cual no te das cuenta de que muchos otros, a tu alrededor, la están pasando igual de mal que tú. De esta manera, nosotros mismos creamos situaciones imposibles de manejar por las expectativas que los demás crean a nuestro alrededor y que nosotros nos compramos.
Otra buena razón para deprimirnos en Navidad son los regalos. Cuando en el radio, la televisión o las redes sociales escuchamos campañas como “regale afecto, no lo compre,” a todos nos parece maravilloso el mensaje. Pero comparado con el número de horas en que somos expuestos a campañas publicitarias multimillonarias, transmitidas por los mismos medios, para comprar el juguete de moda, regalar afecto empieza a parecernos como muy poca cosa. Y terminamos endeudándonos para comprar a nuestros hijos y otros familiares cosas que están fuera de nuestro alcance, pagando un precio mucho más alto que el valor económico de cada regalo: la angustia de saber que tenemos que pagar, y no podemos…
Y por si todo lo anterior no fuera suficiente, recordemos que tenemos que incluir los preparativos para la Navidad en nuestros horarios, ya de por sí repletos. Si tú eres de esas afortunadas personas que se saben organizar, ¡qué suerte! Llegarás a la Navidad descansada y lista para celebrar. Pero como la mayoría de las personas dejamos las cosas para el último momento, sabemos que el mes de diciembre, el maravilloso mes de la Navidad, se convierte en un verdadero infierno.
¿Qué podemos hacer?
Recuerda que la Navidad no dura para siempre; si sabes que es una mala época para ti, puedes tratar de pensar qué cosas te ayudarían a enfrentarla de la mejor manera posible:
- Organiza tu tiempo y no dejes todo para el último momento. Decide cuáles son tus prioridades: ¿decorar la casa, enviar felicitaciones, comprar los regalos o preparar la cena? Haz una lista de todo lo que quieres hacer (no todo lo que tienes que hacer) y elige los mejores días para cada una de las actividades.
- No intentes cargar con las responsabilidades de todos los demás. Conforme tus hijos van creciendo, ellos mismos pueden hacerse cargo de elegir los regalos que quieren dar, envolverlos y colocarlos bajo el árbol. Si te preocupa el aspecto económico, informa a cada uno de ellos cuánto podrá gastar durante la temporada navideña.
- Analiza tu presupuesto. Resiste la tentación de endeudarte más allá de tus posibilidades económicas por comprar a tus hijos el juguete de moda. Aprender a vivir de acuerdo a nuestras posibilidades reales y compartir esta enseñanza con tus hijos puede ser el mejor regalo de Navidad que les des.
- Recuerda que no tienes que ser perfecta, tener el árbol más bonito o estar feliz “porque es Navidad.” ¡Sé tu misma!