Me gustaría dedicar un espacio para señalar algunos puntos importantes que muchas de ustedes describen con frecuencia en la crianza de sus hijos, y que se encuentran en el centro de muchos de los problemas que enfrentan a diario. Entre los correos que he recibido, me gustaría compartir el siguiente para ilustrar estas ideas:
Hola,
Tengo una pequeña de 2 años y medio. El problema de conducta que tengo con ella es que pega mucho a todos en general, excepto a mí. Sin embargo, es muy agresiva con una de sus primas; es menor que ella por casi un año. La golpea, la empuja, le jala el pelo, le pellizca la cara, la patea. En ocasiones la agrede porque pelean por un mismo objeto; en otras, simplemente pasa a su lado y le pega.
Hemos hablado con ella, sabe que está mal, que nos molesta, que la lastima. Se le ha castigado, se le ha dado tiempo fuera, se le ha regañado, hasta nalgadas se ha llevado y nada parece funcionar.
Hay veces que sí soy muy paciente con ella y en otras me frustra demasiado que lo siga haciendo y me pongo agresiva con ella.
Me duele y me siento culpable, pero no quiero que llegue al punto de que lastime seriamente a la otra bebé. Ayúdame por favor, ¿cómo lo resuelvo?
El relato de esta mamá pone de manifiesto algunos de los errores en los que muchas de ustedes caen; veamos:
Hemos hablado con ella, sabe que está mal, que nos molesta, que la lastima.
Yo estoy de acuerdo con el dicho popular “hablando se entiende la gente.” Pero, en este caso, es difícil aplicarlo por diversas razones.
Antes que nada, tenemos que considerar la edad de la niña.
Sentarse a hablar con una pequeña de 2 años y medio, como la mamá ha podido constatar, no nos lleva a alcanzar el resultado deseado. Los lapsos de atención de los niños pequeños son… pequeños! Por ello, el mensaje que les damos debe ser muy corto y lo más objetivo posible; además, entre más cercano esté al evento en tiempo y espacio, más posibilidades hay de obtener algún resultado.
Lo que esto significa, en este caso específico, es que cuando la nena golpea a la prima, la mamá debería hablar con ella en ese preciso momento. Lo cual, por supuesto, sería muy difícil: no están en su casa, hay más gente alrededor, las niñas ya están alteradas, las mamás ya están alteradas y todo el mundo espera que la mamá de la “agresora” haga algo para meterla en cintura.
Entonces, el mensaje que termina recibiendo la niña es que tiene a todo el mundo en su contra y que nadie la puede controlar. Un mensaje muy poco deseable para una niña de dos años y medio.
Por otro lado, cuando la mamá dice
“Hemos hablado con ella, sabe que está mal, que nos molesta, que la lastima”
En realidad, de lo único que tal vez podamos estar seguros es que la niña, con su conducta, recibe una gran cantidad de atención. Y muchas veces los niños prefieren recibir atención negativa con su conducta, a no recibir atención alguna…
No podemos estar seguros de que la niña sabe que lastima a la prima; para ella esta conducta podría ser un juego, pues muchas veces los niños juegan de esa forma. Tampoco podemos estar seguros de que sabe que les molesta, pues la reacción de los padres no es consistente, como nuestra amiga menciona en su correo:
Hay veces que sí soy muy paciente y en otras me frustra demasiado que lo siga haciendo y me pongo agresiva.
Este es otro de los errores más comunes en la crianza de los niños: la falta de consistencia. En muchas ocasiones los niños realmente no saben qué se espera de ellos pues la reacción de los padres, ante la misma conducta, puede ser variable. La consistencia de los padres ayuda a que el mundo se vuelva predecible para el niño, lo cual permite que sepa cómo debe actuar en las diferentes situaciones. Pero me ha tocado en infinidad de ocasiones que los niños, cuando se portan bien, no reciben ningún tipo de atención, pasan desapercibidos; esto ocurre en la casa, la escuela y en todo tipo de situaciones. Pero en cuanto se empiezan a portar mal, ¡¡¡zás!!! Reciben toda la atención del mundo…
Recomendamos a los maestros que, cuando un niño que presenta problemas de conducta de pronto se porta bien, es el momento en que se le debe prestar atención. Esto es muy difícil en la escuela, pues la maestra puede tener hasta 30 o 40 niños. Pero la misma recomendación puede aplicarse a los padres de familia: el momento más importante para hacer caso a un niño es cuando este se porta bien. Y no me refiero a que debes de estarlo premiando continuamente; el simple hecho de prestarle atención es suficiente para que el niño siga portándose de forma correcta.
Sí, muchas veces la atención en momentos inadecuados es la que mantienen la conducta inapropiada de los niños: entre más regaños, gritos, amenazas o nalgadas, más el niño se porta mal, pues está recibiendo atención – aunque sea negativa.
Aquí me gustaría detenerme un momento antes de continuar, para invitarles a hacer una reflexión: ¿Qué opinan del tiempo fuera?
Ahora, continuando con este mismo ejemplo, veamos de qué se trata este método de disciplina.
El tiempo fuera o time out es una técnica psicológica de modificación de conducta, que intenta eliminar comportamientos indeseables. Aunque en general se utiliza para modificar la conducta de los niños, se puede aplicar con personas de cualquier edad.
El nombre “tiempo fuera” no significa, como muchos creen, que el niño esté “fuera de mi vista” o “fuera del cuarto” o “fuera de circulación.”
Significa que esté “fuera del alcance de reforzadores positivos,” es decir, de objetos, situaciones o conductas de las personas a su alrededor (como por ejemplo, prestarle atención) que aumentan la probabilidad de ocurrencia de su conducta.
A través de esta técnica, se priva a la persona de la oportunidad de obtener un reforzador, aislándolo durante un periodo de tiempo de entre 5 y 20 minutos en adultos, o 1 minuto por cada año de vida en los niños, sin exceder los 10 minutos. Debe aplicarse inmediatamente después de que ocurre la conducta que se desea eliminar.
Pocas técnicas han generado tanta controversia como el time out. Aquellos de ustedes que me conocen sabrán que, hasta ahora, nunca he hablado de él.
Los padres de familia, educadores, maestros y muchos profesionales lo utilizan para modificar una amplia variedad de conductas.
La realidad es que, entre la gama de técnicas de modificación de conducta, el tiempo fuera corresponde a los procedimientos aversivos. Esta categoría abarca también el condicionamiento aversivo y el castigo, incluyendo el castigo corporal.
Con lo cual ustedes comprenderán por qué yo no lo utilizo y tampoco lo recomiendo.
Y tú, ¿utilizas el tiempo fuera? Te ha funcionado?
Comparte con nosotros tus experiencias.
@doctora_nancy