Basándome en el ejemplo de una mamá que me escribió, hoy analizaremos algunos de los errores más comunes en los que caen las mamás y veremos cómo se pueden aplicar las estrategias del Movimiento Prohibido Castigar © para resolver esta y otras situaciones.
Mi hijo Daniel tiene 2 años y 9 meses. Tiene aproximadamente 7 meses que se chupa el labio inferior y aún no sé por qué lo hace. Le llamo la atención cuando lo veo que se lo chupa, también he intentado asustarlo diciéndole que se le caerán los dientes y ya no podrá comer cereal. Le he quitado sus caricaturas y nada funciona. Solo me dice que no lo hará y se la vuelvo a poner y a los 5 minutos ya se lo está chupando de nuevo. Incluso cuando está dormido en ocasiones escucho que se lo está chupando.
Cuando más se chupa el labio es cuando está viendo las caricaturas y cuando se quiere dormir.
Esta mamá menciona: Tiene aproximadamente 7 meses que se chupa el labio inferior y aún no sé por qué lo hace.
Muchas veces las mamás se quedan “atoradas” en tratar de descubrir o entender por qué su niño tiene cierta conducta; y es que lo importante no es saber por qué hace algo – sino encontrar la forma de que deje de hacerlo. Tal es el caso de la mayoría de los malos hábitos: chuparse el dedo, morderse las uñas, sacarse los mocos, arrancarse los pellejitos, etc. Pedirle a un niño que te explique por qué hace algo es inútil – ya hemos visto que muchas veces no lo sabe y, si lo sabe, tiene temor de decirlo porque puede ser castigado.
Daniel tiene un mal hábito: se chupa el labio inferior. Y como la mayoría de los malos hábitos, este ocurre de manera automática – “Incluso cuando está dormido en ocasiones escucho que se lo está chupando. Cuando más se chupa el labio es cuando está viendo las caricaturas y cuando se quiere dormir.”
Muchos niños se chupan el dedo, o juegan con un mechón de su cabello, o se hacen caricias con una cobijita cuando se van quedando dormidos; en el caso de Daniel, esta conducta se produce en forma repetitiva a lo largo del día y los intentos de la mamá por eliminarla no han sido efectivos.
Ya hemos visto que castigar o amenazar nunca produce el efecto deseado; al momento en que Daniel toma conciencia de que está chupándose el labio, hace intentos por controlar la conducta – “Le he quitado sus caricaturas y nada funciona. Solo me dice que no lo hará y se la vuelvo a poner y a los 5 minutos ya se lo está chupando de nuevo.”
!Claro! Por un lado, cuando el niño baja la guardia, la conducta regresa en forma automática. Y por el otro, cuando la mamá prende nuevamente la televisión, lo hace ante la promesa del niño de que va a dejar de hacerlo. De manera que él no puede experimentar las consecuencias de sus acciones. En este caso, prender la televisión debería ser la consecuencia de un aumento en el tiempo durante el que Daniel no se chupa el labio. ¿Lo ven?
La mamá podría intentar decir frases como la siguiente:
“Cuando tú te chupas el labio, te estás haciendo daño; yo sé que tú tratas de controlarlo, pero no lo estás logrando. Vamos a trabajar juntos para vencer este problema. Yo voy a mirar mi reloj y cada vez que logres tener tu lengua quieta, voy a hacer un sonido. Así sabrás que estás controlando el problema.”
Esto debería ser suficiente, cuando el niño está motivado para vencer el problema; pero Daniel se ha acostumbrado a que cuando se chupa el labio, la mamá le apaga la televisión. De manera que podemos utilizar esta acción para premiar la conducta que queremos lograr. Entonces la mamá podría agregar:
“Cada vez que escuches el sonido sabrás que te has ganado cinco minutos más de ver la televisión.” De esta forma la conducta deseada es premiada y no la promesa de dicha conducta; y esto le permite al niño ir conociendo las consecuencias de sus acciones.
Si bien los premios no son mi estrategia favorita, los prefiero con mucho por encima de los castigos y creo que son una magnífica herramienta en el caso de la corrección de una conducta – siempre y cuando se manejen de la forma correcta, por el tiempo correcto y se vayan retirando poco a poco hasta que la conducta se mantenga por sí misma.
¿Y qué debe hacer nuestra amiga cuando la incorrecta conducta se presenta? Veamos una nueva estrategia: ignorarla.
Sí, otro de los graves errores en los que incurren las mamás es prestar atención al niño cuando la conducta indeseable se presenta; de tal manera que el niño recibe mucha atención en los momentos inapropiados y no recibe atención en los momentos adecuados. Esto quiere decir que, para corregir el mal hábito, cuando Daniel se chupa el labio, la mamá no le debe prestar atención – pero cuando su conducta es adecuada, es decir, mientras que no se está chupando el labio, debe recibir la atención de la mamá: ella hace un sonido y él se gana el derecho de seguir viendo la televisión. Por cierto: este sonido puede ser “qué bien, Daniel; tu lengua está quietecita!”
En cuestiones de conducta, el orden de los factores sí altera el resultado: el niño debe presentar la conducta correcta primero Y DESPUÉS recibirá la consecuencia positiva de su acción.
Veamos ahora un vídeo de Kushi – inspiración y resultado del Movimiento Prohibido Castigar ©. En él podrás observar el proceso de aprendizaje de Precisión; nota que, cuando comete un error, yo lo ignoro; inmediatamente después repito la instrucción y, si lo hace bien, recibe su premio. Y, enseguida, le doy oportunidad de volver a practicar tener éxito.
Escucha también que cada acierto va acompañado de un sonido; este sonido, un clic, poco a poco va a sustituir al premio – hasta que finalmente, cuando la conducta esté establecida, ambos desaparecerán. Lo mismo ocurrirá con Daniel: una vez que no se chupe el labio, mamá no tendrá ni que hacer un sonido ni que dar un premio.
¡Practica estos dos principios y disfruta la convivencia con tus hijos!