Muchas mamás se sorprenden porque, cuando son muy pequeños, los bebés aceptan estar en los brazos de cualquier persona, pero cuando crecen parecen volverse más huraños y lloran si alguien que no conocen intenta cargarlos y muchas de estas mamás parecen avergonzarse ante la situación, pues la ven como un retroceso en el desarrollo del bebé, pero no es así.
El conocimiento que tiene el bebé del mundo durante sus primeros meses es muy limitado, aprende, por ejemplo que si tiene hambre, sueño o sed, alguien satisface sus necesidades, estos son sus primeros contactos con la gente; En esa etapa, el bebé acepta el contacto con cualquier persona que pueda resolver sus necesidades.
Y esto es así hasta el momento en que reconoce a su mamá como SU MAMÁ.
Este hecho marca el inicio del tema que nos ocupa el día de hoy: La angustia de separación.
Entre los 8 y los 12 meses de edad, es muy frecuente que los bebés se tornen ansiosos, que se aferren a la madre o que se asusten fácilmente con personas u objetos desconocidos.
Cuando esto le sucede a tu bebé, las personas a tu alrededor tal vez te digan que lo que pasa es “que lo consientes mucho”, “que lo estás echando a perder” o que “ya te tomó la medida”. Y aunque tú sabes que tu manera de relacionarte con tu bebé no ha cambiado de forma importante, la conducta del bebé ha variado de manera considerable.
¿Qué está sucediendo?
Este cambio en la conducta de tu bebé ocurre porque, por primera vez en su vida, comienza a diferenciar entre los objetos conocidos y los desconocidos. Y, aunque pueda parecer increíble, este período de ansiedad es una clara evidencia de que tu bebé tiene una relación sana contigo. Y es que, para tu bebé, tú eres un objeto, un objeto muy especial.
Para explicar a qué me refiero voy a utilizar algunos ejemplos.
Cuando tú estás jugando con un niño muy pequeño y utilizas algún juguetito, si el juguete sale del campo visual del niño, es como si no existiera más; el bebé no lo busca con la mirada y fácilmente puede interesarse por algún otro objeto u actividad, pero hay un momento (alrededor de los 8 meses) en que, si tú escondes el juguete, el niño intentará buscarlo.
Más o menos por esta misma época los bebés empiezan a involucrarse en dos tipos de juego: juegan a lo que podríamos llamar “yo lo tiro y tú lo levantas” y juegan a “¡cu cu!”
En “yo lo tiro y tú lo levantas” el bebé tira un objeto al suelo y tú lo levantas, una y otra y otra vez, para gran deleite del bebé.
Al principio, a ti te parece gracioso y lo festejas con alegres carcajadas que se confunden con las de tu bebé. Pero a medida que el juego avanza, tú te cansas ¿y el bebé?, el bebé podría continuar haciendo esto por horas enteras; porque, a través de este juego, está practicando una habilidad recién descubierta: la permanencia del objeto.
Cuando juegan a “¡cu cu!” tú puedes “esconder un objeto” debajo de una cobijita y el bebé tiene que “encontrarlo.” O puedes cubrir tu rostro detrás de una cobijita y luego quitarla al mismo tiempo que dices “¡cu cu!” ante las carcajadas de sorpresa, una y otra y otra vez, de tu bebé. Y si crees que alguna vez podrías ganarle en resistencia, ¡olvídalo!, el juego generalmente termina porque mamá se agotó.
En cualquiera de los ejemplos anteriores, lo que se pone de manifiesto es el inicio de la permanencia de objeto que se refiere al descubrimiento, por parte del niño, de que los objetos existen aun cuando están fuera de su alcance o fuera de su vista.
Veamos ahora a qué me refiero cuando menciono que para tu bebé tú eres un objeto.
Más o menos al mismo tiempo que el bebé comienza a descubrir que los objetos son permanentes, comienza a estar más “pegado” a ti, y empieza a manifestar una conducta que no es para nada divertida: cuando te pierde de vista, comienza a llorar; o cuando aparece un extraño, o cuando tú te tienes que ir, aun si sólo te vas a la habitación de junto, comienza a gritar y se aferra a ti.
Este es el comienzo de la angustia de separación.
De la misma manera que comienza a darse cuenta de que cada objeto es único y permanente, el bebé también descubrirá que solamente hay una “tú.” Cuando estás fuera de su vista, sabrá que estás en algún lado, pero no estás con él, y esto le causa mucha angustia. Como a esta edad el bebé aún no tiene noción del tiempo, no sabe cuándo regresarás o si regresarás… Conforme vaya creciendo aprenderá que “mamá se va, pero regresa,” pero por ahora cada vez que sales de su vista se angustia y llora.
Lo que esto quiere decir, en el lenguaje del bebé, es que “mamá se ha vuelto un objeto permanente.”
Ya decíamos al principio del artículo que, cuando los bebés son muy pequeños, necesitan de una persona que resuelva sus necesidades físicas fundamentales: comer, dormir, cambiarle el pañal cuando está sucio y cuidar que tenga una temperatura agradable. Estas necesidades pueden ser resueltas por cualquier persona, no necesariamente por la mamá. De ahí que los bebés muy pequeños se pueden adaptar a los cuidados de diferentes adultos responsables: la mamá, el papá, una tía, la abuelita, la nana, diferentes cuidadoras en la guardería, etc.
Pero ahora el bebé no aceptará la presencia de cualquier persona para recibir estos cuidados, pues ahora reconoce a su mamá como SU MAMÁ.
Tal vez ahora te sea más sencillo entender por qué tu bebé no acepta la presencia de personas ajenas o comienza a llorar cuando ve que tú te vas.
La angustia que tu bebé experimenta ante los extraños, es uno de los primeros indicadores del desarrollo normal de un niño. Incluso puede suceder que comience a llorar frente a gente que conoce, como una nana, la abuelita o alguna otra persona ante quien antes solía sentirse cómodo, especialmente si la persona se le acerca de manera rápida o inesperada. O bien que llore durante la noche, cuando lo has dejado acostado en su cuna y papá y mamá están en la habitación de junto.
La angustia de separación alcanza su grado máximo entre los 10 y los 18 meses y poco a poco va desapareciendo durante la segunda mitad del segundo año de vida del niño. Si bien se trata de una conducta normal en el desarrollo de los niños, también es cierto que puede ser muy frustrante tanto para el bebé como para sus padres.
¿De qué manera influye esta fase del desarrollo emocional del niño sobre su madre?
Si lo vemos desde un lado positivo, esta interacción entre tú y tu bebé tiene un aspecto tierno: en ningún otro momento de tu vida, tu niño se sentirá tan apegado a ti como ahora; nunca nadie pensará que eres tan perfecta como tu niño cree que lo eres en esta etapa. Para tu niño, tú eres la número uno.
Pero algunas veces las mamás pueden experimentar esto como agobiante, se pueden sentir sofocadas por tener al bebé “colgado” de ellas todo el tiempo y, al mismo tiempo, sentirse culpables cuando se van y los dejan llorando.
En todo caso, muchas veces las mamás se angustian ante esta conducta del niño, pues no entienden lo que está pasando.
¿Cómo podemos ayudar a superar esta etapa?
Es más probable que el bebé experimente angustia de separación cuando está cansado, cuando tiene hambre o si está enfermo. De manera que, si sabes que vas a salir, planea bien tu salida; es más fácil que el niño responda bien después de haber comido o tomado una siesta. E intenta pasar más tiempo con él cuando está enfermo; las situaciones poco cotidianas (como una enfermedad o un viaje) no son buenos momentos para introducir cambios en la vida de un bebé.
Si tú no haces “un drama” de tu partida, es más probable que tu bebé tampoco lo haga. Una buena estrategia puede ser que, si vas a salir, la persona que se va a quedar al cargo del bebé lo entretenga con alguna actividad o algún juguete; entonces tú te despides y te sales del cuarto.
Para redondear el punto anterior, es de suma importancia que cuando vas a salir y debes dejar al bebé al cuidado de otra persona, no lo engañes; es preferible que vea que te vas, pero luego vuelves.
También es importante irte preparando poco a poco cuando te vas a ir; es decir: no es lo más recomendable estar a la mitad de una actividad con el bebé y suspender bruscamente para salir corriendo.
En la mayoría de los casos, el bebé se calma una vez que tú te has ido. Recuerda que experimenta angustia porque “tú desapareces” y hará todo lo que esté a su alcance para que te quedes; de manera que sus lágrimas son para convencerte de que te quedes. Una vez que tú te has ido, es muy probable que logre calmarse a través de la interacción con la persona que se queda con él.
Tú puedes preparar a tu bebé para que aprenda a enfrentar la separación a través de “simulacros” en casa. Uno de los tips que puede resultar de enorme utilidad es saber que la separación es más fácil de manejar si el bebé es quien la inicia. A veces pareciera como que el bebé se aleja la distancia que es capaz de manejar, por el tiempo que es capaz de manejarla; luego regresa, se cerciora de que tú éstas ahí (como si “tocara base”) y puede volver a alejarse. Tú puedes aprovechar esto para tus “simulacros.” Por ejemplo: cuando se va gateando a otro cuarto, no lo sigas inmediatamente; espera uno o dos minutos para ir detrás de él.
Un poco más adelante, puedes ser tú la que empieza a irse. Si vas a irte a otro cuarto por un momento, avísale que vas a salir pero que vas a regresar. Si comienza a llorar, llámalo, en lugar de regresarte corriendo. Poco a poco irá aprendiendo que no pasa nada cuando tú te sales y que siempre que se lo dices, regresarás.
Antes de esta etapa, puedes acostumbrar a despedirte de tu bebé desde la puerta o la ventana, dejándolo con la persona que se hará cargo de él en tu ausencia. Si se hace de esto una costumbre, el bebé lo aceptará más fácilmente cuando llegue el período difícil.
También puedes darle algún juguete que le sea conocido, para que lo acompañe mientras tú regresas.
Si debes salir y dejar a tu bebé al cuidado de alguien a quien él no conoce, no lo hagas de manera brusca; deja suficiente tiempo para que conozca a la persona mientras que tú aún estás ahí.
Y una vez que te vas, realmente vete. Ir y venir una y otra vez para cerciorarte de que todo está bien sólo hará las cosas más difíciles para ti, el bebé y la persona que se queda con él.
Tal vez lo más importante es no angustiarse. Esta etapa es pasajera y todos los niños atraviesan por ella.
Hasta aquí hemos hablado de la angustia de separación como algo “normal.” Sin embargo, cuando esta angustia se presenta en niños mayores a los 6 años, es excesiva y dura más de 4 semanas, el niño podría estar presentando un Desorden por Angustia de Separación.
En este tipo de desorden, el niño se muestra ansioso cuando está lejos de su casa o cuando se separa de sus seres queridos; algunos niños también presentan síntomas físicos, como dolor de cabeza o dolor de estómago, ante la sola idea de separarse de sus seres queridos. La angustia que experimenta produce mucho malestar y puede interferir con sus actividades normales, como ir a la escuela o jugar con otros niños. Los síntomas principales que presenta un niño con Desorden por Angustia de Separación son:
Una preocupación exagerada de que algo le suceda si se separa de sus padres
- Una preocupación exagerada de que algo le suceda a sus padres si se separan de él
- Se resiste a ir la escuela para quedarse con sus padres
- No puede irse a dormir si sus padres no están junto a él
- Miedo a quedarse solo
- Pesadillas
- Orinarse en la cama
- Se queja de síntomas físicos, como dolor de cabeza o de estómago, en los días de escuela
- Berrinches
Este trastorno es poco frecuente, pero, cuando se presenta, puede ser muy desgastante tanto para el niño como para sus padres; por ello, en la mayoría de los casos, será importante solicitar el apoyo de un especialista. El tratamiento de elección es la psicoterapia y será decisión de los padres, junto con el especialista, si se trabaja solo con el niño o con la familia.